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Sunning (gozo de sol)

El sunning enseña a los ojos a aceptar la luz sin problemas ni tensiones y a responder a los cambios de intensidad lumínica aumentando la flexibilidad de la pupila. Además, estimula los pigmentos de la retina que tienen como función filtrar la luz, protegiendo las células recitoriales de los daños fototóxico. La práctica del sunning es muy simple: aprovecháis un día de sol, teniendo cuidado de evitar las horas más calurosas. En primavera y en verano los mejores momentos para practicarlo son hasta media mañana y a partir de media tarde. En general, el sentido común nos dirá cuando evitar el sunning, dependiendo de la latitud y de la estación en la cual nos encontramos. No llevar gafas o lentillas. De pie, frente al sol, cerráis suavemente los ojos. Dejáis caer los brazos a lo largo de las caderas y osciláis lentamente sobre los pies, dejáis que la cabeza se mueva junto al resto del cuerpo hacia derecha e izquierda. Los ojos cerrados estarán iluminados por el sol desde un lado y después otro. Como en el caso del palming, relajaos, no estéis rígidos, respirad con calma y profundamente, con el cuerpo relajado, bostezáis. El sunning puede durar de cinco a veinte minutos. Acabado el sunning, giráis los hombros al sol dejando que os acaricie el cogote, y hacéis un palming de pie, siempre oscilando de manera blanda. Alejando lentamente las manos después de algún minuto, sentiréis el aire fresco sobre la cara calentada por las palmas de las manos. Abrid lentamente los ojos y parpadeáis.

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AGRADECIMIENTOS

Carlo Campomagnani, Theo Sabiote Gruen, Patricia González-Cámpora, Alessandro Lindiri, www.dreamstime.com, Airam Hernández, Rosa Roedelius per la foto dal Bühnenbild Festival More Ohr Less a Lunz am See (www.rosaroedelius.com), Kevin Burg e Jamie Beck (www.cinemagraphs.com).