¿Gafas de sol? No, gracias
Cada vez que veo a personas con gafas del sol, no puedo dejar de pensar lo importante que es nutrir nuestros ojos con él. A quien pueda esto horrorizar, querría decirle que el género humano se ha desarrollado, al menos, desde el punto de vista fisiológico, en millones de años sin usar las gafas de sol. Y además, todavía hay, hoy en día, centenares de millones de personas que viven y ven sin haber poseído nunca lentes oscuras.
Recientes investigaciones elaboradas por el gobierno australiano han destacado la conexión que existe entre luz del sol, producción de dopamina y la prevención de la miopía. Las únicas circunstancias en las que el empleo de la gafas de sol son admitidas, más bien aconsejado, son en medio del mar o sobre un glaciar en alta montaña. Si vais a navegar o estáis preparando una travesía a la Antártida en trineo y no podéis prescindir de las gafas de sol, tenéis que verificar que las lentes tengan un filtro solar UV de calidad. Una lente oscura, en efecto, provoca el aumento del diámetro de la pupila. En ausencia de filtro adecuado aumenta la cantidad de radiaciones solares nocivas (a la longitud de onda del ultravioleta) que penetran dentro del ojo.